Tip 1: usa a tu favor tus características más sobresalientes.
¿Qué es lo que te halagan siempre? Si sos una persona formal, usalo. Si, por el contrario, siempre te resaltan tu espontaneidad, tono confianzudo, usálos.
Hace una lista de al menos tres características propias con las que te sentís a gusto. Yo soy graciosa, me siento graciosa, me dicen que causo gracia, estoy muy cómoda con eso y lo uso aún si tengo que hablar de temas serios o en contextos formales.
Si te adulan que sos muy clara, o que tenés buenos ejemplos, explotalo.
La idea es no forzar. Si sos una persona que suele hablar de manera técnica o académica, adelante con eso. Si tenés tono de docente de nivel inicial, está bien, esa sos vos. Si, al revés, parecés un sargento dando órdenes en lugar de pelearte con vos misma, capitalizálo a favor.
tip 2: amigarte con lo que odias
Si hay algo que realmente te moleste de tu forma de expresarte, aclaralo al principio. Blanquealo, sacátelo de encima. En mi caso, siento que tengo un tono imperativo, como si estuviera retando a la gente, muy propio del conurbano bonaerense.
Cuando voy a hablar a otras provincias me ocupo de presentrarme y advertir que no puedo cambiarlo, pido disculpas de antemano por parecer “un chihuahua mal llevado” (haciendo alusión a mi escasa estatura y a mi tono de enojo, aunque esté pasandola bomba). Explico que me es imposible dominarlo, que es lo mismo que pedirle a un cordobés que controle su tono, o esperar a que los jujeños pronuncien la R, no va a pasar. Dicho eso, les ruego que no se tomen personal lo que pueda decirles, porque no los conozco. Que no los reto, hablo así. Punto. Perdón.
Cuando voy a otro país, aclaro y pido disculpas por ser Argentina cosa que causa mucha gracia porque en el imaginario popular tenemos fama de arrogantes. Les pido que ellos mismos digan en voz alta que piensan de nosotros, nos reímos juntos. Incluso bromeo con eso cada vez que puedo, que no es mi culpa ser campeones del mundo, tener a Messi, Maradona, un papa y una reina. El resultado es que el auditorio se relaja, si tenía algún prejuicio, lo desbaratás. Por sobre todo, me da tranquilidad a la hora de hablar: ahora si tengo un tono que no te gusta, te advertí que a mí tampoco me causa gracia.
¿Cuáles son tus fortalezas? ¿Qué te da miedo o vergüenza? Te Leo.