Estoy haciendo un curso (cuando no) que se llamar “potencia” y me preguntaron esto: ¿qué es lo que te llevó a ser lo que sos y a hacer lo que hacés? En este caso se relacionaba con mi negocio, ¿Por qué dar cursos de bibliotecología en lugar de hacerme couch o gurú? ¿Por qué doy clases de bibliotecología en lugar de ser contadora pública? ¿Por qué hablo de comunicación en lugar de procesos técnicos? ¿Por qué insisto en conseguir recursos en lugar de vender ollas? Y ahí llegó esta reflexión, la biblioteca como círculo de pertenencia.
Me encanta que mis usuarios se conformen como tribu, que vengan “porque sí” que encuentren en otros usuarios compañía, el aguante, el consejo. Amo que los mayores contengan a los más chicos, que les digan las mismas cosas que sus padres, pero desde un lugar más cálido y de respeto mutuo.
Amo que los usuarios compartan sus gustos, apoyar sus ideas y decir que sí a que las experimenten en este espacio, facilitarles las cosas en medio de un contexto que se empeña en negar todo anhelo, pisotear cada sueño, desestimar las opiniones ajenas.
La biblioteca es el oasis en un desierto de personas que juzgan y critican, que evalúan y compiten. En la biblio nadie se mide por la marca de tu ropa, ni se fija en qué habilidades tenés, mejor dicho, aparecen otras impensadas.
En un cotidiano repleto de complejos (por ser ser muy vieja, muy joven, muy gorda, muy flaca, muy inteligente, con pocas luces, por lo que tengo y carezco); la biblio descubre que sos increiblemente buena para decir trabalenguas, para armar rompecabezas, para adivinar los finales de las novelas, que sos excelente guionista, que dibujas como los dioses.
Y hay algo mucho mejor: descubre que disfrutas enormemente de cantar aunque seas un perro y te permite hacerlo y compartirlo si tenes ganas y te vamos a aplaudir por el sólo hecho de hacerte la segunda. eso lo hacemos porque somos comunidad, porque somos tribu.
Vamos a estar atentos (todos, los de la biblio y el resto de los usuarios) si viniste, si faltaste, si estás con cara de triste o de pocos amigos. Te vamos a preguntar qué te pasa. Vamos a seguir tus estudios y darte fuerzas con ese examen imposible, estudiaremos con vos si es necesario. También vamos a darte las hurras con cada logro aunque sea insignificante para el resto, pero significativo para vos. Vamos a pasarte el contacto para un trabajo si lo perdiste, te enseñamos a hacer el CV y te compartimos galletitas si ese día no comiste.
¿Te gustan películas raras que nadie comparte? Acá alguno seguro está en tu órbita y si no, no importa, la miramos con vos y tenemos tema de conversación. Queremos que te vaya bien. Decidas lo que decidas, estamos con vos. ¿Te encantan las terapias alternativas? Dale, experimentá con nosotros. ¿Te da miedo dar un taller sobre algo? Aca estamos tus conejillos de indias.
Todo esto que cuento, es de mi propia experiencia, no es un divagüe o un deseo imaginario. Con mis usuarios fuimos a recitales a aplaudir, celebramos cumpleaños de personas que festejaban solas y fuimos una banda, abrazamos a aquellos que estaban pasando por un mal momento, permanecimos en silencio cuando otro necesitaba hablar y ser escuchado.
Las bibliotecas son espacios de, con y para personas. En estos días digitales, de pantallas, emoticones, derrotismo y poco humanismo; encontrarse y compartirse, mis queridos, es difícil de conseguir.
¿Lo estamos comunicando así? ¿Qué historias increíbles pasaron por sus salas? Los leo.