Hace 30 años que soy bibliotecaria, que me junto con bibliotecarios, que visito bibliotecas, que participo, organizo congresos, encuentros y reuniones de bibliotecarios, doy clases de bibliotecología, formo nuevos profesionales, capacito a los colegas, soy parte de los colectivos más importantes del país y del mundo en materia de acceso a la información, mi agenda reboza de contactos biblio, soy speaker, doy conferencias en escenarios con más de 300 personas en auditorios llenos de trabajadores de bibliotecas.
Hasta aquí todo normal, hasta que me dijeron “Tenés que salir de ahí” ¿LO QUEEEEEEE?
- Sí, tenés que hablar para otra gente, capacitar a otra gente, dar cursos para otra gente.
Hablame de incomodidad.
Uno a uno fueron llegando mis cucos ¿Cómo le hablo a gente que no conozco? ¿Qué puedo ofrecerles a otros perfiles? ¿Cómo armo una nueva comunidad?
Otra cosa, generalmente uno sale de una zona de confort porque, en el fondo, algo lo molesta y se quiere ir, pero le da miedo. En este caso, yo amo mi nidito bibliográfico, jamás pensé en alejarme de él.
Como docente vivo incomodando a mis alumnos, impulsandolos a lo nuevo, motivándolos a subirse la vara, a renovarse. ¿Y por casa cómo andamos?
Ahora me toca a mí. Primer impulso salir corriendo, negarme, justificar el porqué no lo pienso hacer, fingir demencia o hacerme la muerta. No dió resultado. Aparte pensé ¿Para qué me meto en este baile si después me niego a bailar? Así que me tomé un hectolitro de té de tilo, me calmé, y me dispuse a enfrentar a mis demonios con un tenedor como arma de protección.
-Te necesitamos - dijo mi mentora, idola, faro, gurú - ¿Cuánta gente pierde oportunidades por no atreverse a escribir o hacer un trámite en línea llenando un formulario?
Me dejó sin escapatoria. En resumen: se viene el curso en www.mamaemprende.com.ar para todo el que quiera plasmar sus ideas en formato proyecto para abrirse las puertas a lo nuevo.
Luego de este sincericidio pregunto: ¿De qué zona de confort te cuesta salir?
