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Cuando uno se detiene se transforma en su propio obstáculo

Cuando uno se detiene se transforma en su propio obstáculo

Tenemos ideas geniales, comenzamos a darles forma y de pronto nacen miles de problemas de antemano, de rechazos imaginarios, de imposibles y objeciones aún antes de comenzar. ¿Por qué nos hacemos eso? ¿Qué cantidad de recursos no conseguimos por no irlos a buscar porque asumimos que son imposibles?

Mi teoría sale de una nota de Andrew Cavanah sobre el bloqueo del escritor. El apunta a que existen tres etapas en el proceso de escritura: Creativo, crítico, de edición. 

En el creativo todo es válido, todo absolutamente. Un elefante con mariachis en un globo aerostático está bien. La idea es dejar fluir todo lo posible este aspecto, sin limitaciones. Toda locura que se nos venga en gana, sin interrupciones que para eso hay tiempo.

En términos de recursos pasa lo mismo. Toda idea que requiera muchos recursos inexistentes, en esta etapa es valiosa. Dejémosla salir, sin presiones, al menos por ahora.

Acá el primer peligro radica en que aparece el proceso crítico antes de tiempo cuando pensamos en “elefante” y automáticamente se nos viene a la mente lo imposible de manejar y almacenar un mastodonte. Acá nos convertimos en nuestro propio obstáculo. No nos  dejamos llegar a la idea de los mariachis y el globo aerostático. Cortamos de raíz el flujo creativo.

Con los recursos pasa igual. Nos asustamos antes de permitirnos soñar con todo lo que deseamos conseguir. Nos achicamos por pura inercia en vez de dejar que nuestra imaginación divague feliz y luego, en la etapa más lógica, ver dónde o cómo podemos encontrar lo que buscamos. 

En la otra punta radica el segundo peligro que nos convierte en nuestra propia roca: eternizar el proceso creativo, y estar hablando de “lo que vamos a hacer, conseguir, mover” en un futuro indefinido. No concretamos, ni salimos al ruedo con lo que tenemos, no pedimos ni gestionamos, enamorados de nuestra idea. 

El tercero es condicionar el proyecto: “vamos a hacerlo cuando… “ tengamos un elefante, unos mariachis y un globo. Cuidado con los excusadores seriales que viven tirando la culpa a terceros de su mala fortuna. 

Una vez superado el proceso creativo vamos al proceso crítico, que es más lógico. Propone un pony en lugar de elefante, un paquidermo de papel mache u otra cosa más cercana a la realidad. Acepta a los mariachis y se propone conseguir el globo. Reconoce los recursos existentes, crea estrategias para conseguir los más viables y se arriesga a los impensados.  

La etapa de edición incluye una mirada externa. Alguien que pueda darnos un feedback sobre nuestra obra o, en este caso, idea. Nos podrá decir, guiar, aconsejar, acompañar para realizar las gestiones que creamos necesarias. Nos dará opciones que no habíamos visto y capaz, en lugar de un globo, nos ofrezca un parapente. 

 ¿En qué momento te convertís en tu propio obstáculo? ¿Qué parte te paraliza?

Pd: en "bibliotecas emprendedoras" te doy las claves para conseguir lo que quieras. 

 

 

 

Tenemos ideas geniales, comenzamos a darles forma y de pronto nacen miles de problemas de antemano, de rechazos imaginarios, de imposibles y objeciones aún antes de comenzar. ¿Por qué nos hacemos eso? ¿Qué cantidad de recursos no conseguimos por no irlos a buscar porque asumimos que son imposibles?

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