¿Cuántas horas vi series que ni me acuerdo? Las mismas que ahora me faltan para terminar el trabajo. ¿Cuántas siestas bien merecidas y muy bien aprovechadas me dormí en el último cuatrimestre? Las mismas que me toma corregir todo hasta tenerlo al día. ¿Cuántos termos de mate y chismoteo con mi amiga? Los suficientes como para poder entregar lo adeudado en tiempo y forma.
Todo lo que sigue a un pero …. o a un lo que pasa es que…. es una excusa. Siempre. Es una justificación. “Lo quiero hacer, pero…” “Quise llamarte lo que pasa es que…” puro chamuyo.
Aquí viene la segunda parte, cuando me doy cuenta que es mi responsabilidad cómo y en qué uso mi tiempo. Le siguen las falsas promesas de hacerlo mejor la siguiente vez, el próximo cuatrimestre, el próximo curso, el próximo año. Algo tan real como empezar la dieta el lunes pero que, al menos, evita nuestra imagen de rodillas suplicando una prórroga temporal.
Primer tip: ser consciente en qué uso mi tiempo
Segundo tip: ponerse en la lista de cosas para hacer lo mínimo e indispensable, lo urgente, lo primordial. Cumplir con eso y sentirse tranquilo.
Tercer tip: analizar en qué momentos se nos hacen los cuellos de botella, adelantarse a lo que ya sabemos que vamos a tener en el año y nos lleva mucho tiempo, para dejar la agenda limpia (fin de cuatrimestre para los alumnos y docentes; pre-lanzamientos para emprendedoras; fechas clave de eventos predecibles como congresos y ferias)
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